Machismo-leninismo en la literatura cubana

El gato tras la reja (novela inédita de Yoss)



Es un título que se recuerda con facilidad. Al principio me dio la impresión de que era una secuencia de viñetas con anécdotas sexuales; un libro porno para complacer las fantasías de los hombres. Entre las escenas que me sedujeron menciono a la mujer-plátano en el estadio y la ceremonia del corte del cabello del chico desnudo con los ojos vendados. Hasta ese momento nada despertó mi interés, salvo las alusiones socioculturales que describen con acierto la vorágine de los años noventa en Cuba.
A partir de la página 100 el texto toma forma de novela con acción e intriga. Gracias a este cambio narrativo encontré asidero para seguir leyendo.
La evolución de Héctor es interesante. El tratamiento de su psicología –creo–, es el mejor mérito de la novela. No así Dafne –la Beatriz dantesca que el protagonista persigue y trata de hacer suya a como dé lugar. El personaje Dafne se va consumiendo en sentido contrario al papel que asume Héctor. ¿Pudo ser esta la intención del escritor? Mientras más importancia cobra el protagonista, Dafne –la fascinante y provocativa chica– pasa a un segundo plano. Su rol activo –también su encanto–, termina cuando es sometida por el “domador de caballos”. Yo pensé que elucubraría alguna venganza, pero se rindió con pasmosa facilidad ante el vencedor lo que subraya la tesis machista de que las mujeres deben ocupar el lugar que les corresponde. Y no satisfecho el narrador con relegarla, tuvo que sacarla del juego como escarmiento, para siempre. No así Cloe, que interpreta el papel femenino que justamente quiere el macho que una hembra desempeñe. En algún momento el narrador dio la clave cuando dijo que Cloe era realmente la más inteligente de las tres piezas del juego. Dejarse seducir y manipular son los escudos para la supervivencia.
Interesante también la manera en que el narrador aborda el machismo. Esta novela me aclara las posiciones dubitativas de personajes de otras novelas del autor: el sugestivo devaneo entre los cánones morales y la integridad del hombre.
Al escritor le interesa mostrar la visión “machista-leninista” del mundo que desea transgredir. La homosexualidad femenina es aceptada como ingrediente de la fantasía masculina, pero la mariconería, jamás. No es la primera vez que Yoss aborda el tema. En una novela anterior Ellos no murieron (2002) y una posterior Puntos del no retorno (2007) aparecen comportamientos parecidos en el estudio de la sexualidad del “machismo-leninismo” que se opone a la “pan-sexualidad”, el ideal sexual del futuro al que en algún momento se refieren los personajes de la trama.
Al narrador no le interesa la psiquis de la mujer ni el trauma que sacude un corazón lesbiano. Los personajes femeninos son prototipos de un soñador masculino. Desde la perspectiva del macho, sólo se ve la cara del placer y, por consiguiente, es usado de manera arbitraria. Dafne no es una persona, es un títere manipulado conforme a los deseos del hombre. En contrapartida, algo mantiene insomne a este soñador: la necesidad de trascender los límites de su propia sexualidad. Necesita experimentar lo que moralmente es inadmisible; sólo así obtendrá su gloria. El protagonista se interroga, juega, tienta al destino, pero una vez roto los moldes, como un abakuá, entonces, la única manera de salvarse es sacrificando a quien le abrió las puertas al placer. Crueldad y egoísmo son los instrumentos de la sexualidad masculina. Finalmente vence la fuerza, la mano dura, de ahí el forzoso correctivo. Cuando Héctor probó la droga, se trascendió a sí mismo; ya nada pudo detener su avidez y, por consiguiente, quién iba a refrenar la maldad que había progresado de manera fragmentada. Acercarse al límite es peligroso. Y trascenderlo, peor. Los excesos nunca han sido felices.
La novela, más que erótica o pornográfica, consigue estas reflexiones. El querer y el deber seguirán siendo antagónicos, pero el comportamiento humano obedece a leyes intrínsecamente vinculadas a la moralidad. Similar tesis abordó Daniel Chavarría en Príapos cuando el personaje abakuá tuvo que suicidarse para lavar la mancha de haber sido poseído. En El gato tras la reja, Héctor ejecuta a su victimario. Esta acción lo emparienta con el vampirismo al beneficiarse y sacrificar a los seres que ama. Clavar los dientes, desangrar al contrario, lo exime de la culpa de haber deseado lo prohibido. Y esto sucederá tantas veces como su apetito sexual se lo pida. No es el arrepentimiento quien lo induce a la crueldad, sino la necesidad de mantener el equilibrio dentro de una sociedad que se lo exige. Sólo así podrá continuar haciendo lo que desea. El vampiro moderno dentro de la literatura cubana comienza a mostrar los dientes.

Comentarios

Silvita ha dicho que…
Como no la he leído: no digo nada por ahora... Besitos!
Miguel Ángel Fraga ha dicho que…
Silvita,
te invito a leerla. Tú eres muy buena haciendo valoraciones. Un abrazo.

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