Cuba, la obsesión. (Parte 1)
¡Ya llegaste! ¿Qué me trajiste?
Dos, tres meses antes comienzan las preocupaciones, controla si tienes el pasaporte actualizado, si renovaste la prórroga que se vence cada dos años; haz un seguimiento de agencias con pasajes electrónicos y ofertas económicas. Por vía Canadá hay un vuelo baratísimo. Tres escalas y dos noches en Vancouver. (Lo que me ahorro en pasaje me lo gasto en estancia y comidas.) Iberia cobra barato pero es más o menos lo mismo con una noche en Madrid. Ya he probado en viajes anteriores, la alternativa está bien para el turista pero yo soy cubano y lo que quiero es llegar pronto. Vía Ámsterdam, París... sí, esta última me conviene. Copenhague-Paris-Habana, 12 horas de vuelo y cuatro en Paris. Por precaución compro el billete antes de que suban el precio porque la temporada es alta. ¡Joder, ayer lo compré y hoy, hoy mismito le rebajaron 100 euros! ¡Los regalos! ¿Cuántos me faltan? Déjame mirar la lista... padres, hermanas, sobrinos, maridos de mis hermanas, hijos de mis sobrinos, un par de tías, primos, amigos, la vecina que me quiere tanto... Treinta y dos personas más los que vayan apareciendo para saludar... No estoy para eso, presentes generales para todo el mundo: calzoncillos, blúmers y cepillos de dientes más una bobería por aquí, otra por allá, quedo bien con... Yo quiero un mp3, y yo un celular... Ciento cincuenta euros a lo sumo. Y yo un aparato que me quite la grasa, y yo... Otros 50 euros. Me hace falta una cartera y... Acuérdate de la medicina que te pedí. Más la crema antiarrugas y los... 50 más... Ah, también necesito... 30 euros con los jeans (les llevo los míos). Tú crees que sea posible que me puedas traer una cadenita de oro para mí y otra para mi novio. Pero si yo no compro oro para mí. Bueno, un reloj entonces, que sea bonito. Además... ¡Yo lo que quiero es llegar!
¿Cómo hago para ajustarme al peso permitido? 23 kilogramos en la maleta de embarque y 10 en la de mano. Cada kilogramo de sobrepeso cuesta diez euros en el check in de Copenhague. En Cuba admiten 30 kg. exentos de pago aduanal más diez kilos de medicina. Cada kilogramo extra cuesta 10 CUC (peso convertible en dólar). La medicina la empaco en un bolso aparte pero dentro de la maleta de los 23 kilos que decidí que fuera un bolso plástico que no pesa cuando está vacío pero ahora que lo llené cómo me lo echo al hombro. Mejor paso todo para la maleta diseño italiano con rueditas, así viajo cómodo y regio. Pero la maleta... ella sola pesa 4 kilos. Hay un bolso de lona de 25 euros en el negocio de la esquina que también tiene ruedas y sólo pesa 3 kg. Paso todo de la maleta diseño italiano al bolso de lona con ruedas y de este al bolso plástico que no pesa nada cuando está vacío. Es difícil ponerme de acuerdo. Repito el ejercicio varias veces. Sudo a mares. La noche anterior al viaje me decido por el bolso de ruedas. El champú se queda. Y los jabones. Y mi toalla y estos zapatos también. Tengo muchas cosas para llevar, utensilios de cocina, ropa que ya no uso, pero en la aduana me cobran todos los kilos extras. Lo que más pesa lo echo en el equipaje de mano (en el aeropuerto de Copenhague no lo pesan). Es un bolso pequeño para no llamar la atención, pero compacto. Ahí van mi ropa en un nylon bien apretado (al cual le saqué el aire con la aspiradora) y las chancletas y los libros y los encargos y... cómo pesa. En los bolsillos del chaleco militar que me he puesto llevo la cámara digital, libros pequeños, chocolates, caramelos, gomas de mascar, las USB, un par de relojes, la funda de los espejuelos, pañuelos... El estuche con los 20 CD en el bolsillo lateral de los pantalones y los calzoncillos de regalos, y la billetera, y la bufanda que le prometí a un amigo junto con el gorro de invierno y la camiseta y el pulóver que me acabo de quitar y el... ¡Qué calor, mi madre, cuándo aterriza esto!Cuba, Cuba, Cuba, tierra firme al fin. Camina derechito y no mires pa’l lado. Debo tener pinta de sospechoso, esos tipos me observan como si tuvieran rayos X en la vista. Y ahora mándate la cola en el control de aduana. Como me dieron la última fila de asientos en el avión tengo a más de trescientos pasajeros delante. ¡A qué hora salgo de aquí! Los aduaneros no tienen apuro, realizan su trabajo concienzudamente. Relájate, piensa en algo agradable... Sí, cuándo saldré de aquí. Es mi turno. Muestro los pasaportes, el cubano y el sueco. Sonrío. También el formulario que atestigua mi entrada en la isla con la dirección donde voy a parar (para estar localizable). Quítese los espejuelos. Mire hacia la cámara. Ladee un poco la cara. ¿Así? Tiempo. Teclea no sé qué cosa en el ordenador. Me mira, vuelve a teclear. No dejo de sonreír. Todo en orden, pasa. Un grupo de turistas comienza a quitarse cosas de encima, ellos como yo tienen calor. Detección de armas, líquidos, objetos dudosos... A escanearlo todo una vez más. Quítate el chaleco, el cinto... Póntelos. Ahora... ¿pa’ dónde voy? Debo superar la barrera de control sanitario. Un chocolate para cada enfermera. Contentas. Dos esteras simultáneas expulsan los equipajes. Me desplazo impaciente de una estera a otra entre una multitud que también hace lo mismo, ¿por cuál vendrá mi maleta? ¡Esa es la mía! Bueno, se parece pero no. Aquella... tampoco. ¿Se habrá quedado en Paris? ¡Esa sí, esa sí! ¡Uf, qué alivio! Y ahora pa’ fuera, pa’ la calle. ¡Oiga, usted, pasaporte! ¿Otra vez? Sí, soy cubano. ¿Por eso tengo que pesar el equipaje? Ay ay ay, tú va a ver... ¿Estará buena la pesa? En Copenhague pesaba 22, 8 kilos. Yo sé que estoy en talla, traje lo que se me permite “ni má ni meno” el peso justo. ¿Algo que declarar? ¿Electrodomésticos, DVD, TV...? Nada. Medicinas sí, aquí, aquí en esta bolsa, y una botella de licor que compré taxfree en Paris y estos libros exentos de impuesto y chocolates... toma uno, te lo regalo. Aquí tiene el comprobante, entréguelo en la salida, su equipaje está libre de impuesto. Eso lo sabía desde que salí de Suecia, una semana entera estuve armando, desarmando y pesando la maleta.Afuera... la brisa... la vida... Cuba... ¡Mi hermano, mi hermanito, qué alegría verte! ¿Me trajiste lo que te pedí?
¿Cómo hago para ajustarme al peso permitido? 23 kilogramos en la maleta de embarque y 10 en la de mano. Cada kilogramo de sobrepeso cuesta diez euros en el check in de Copenhague. En Cuba admiten 30 kg. exentos de pago aduanal más diez kilos de medicina. Cada kilogramo extra cuesta 10 CUC (peso convertible en dólar). La medicina la empaco en un bolso aparte pero dentro de la maleta de los 23 kilos que decidí que fuera un bolso plástico que no pesa cuando está vacío pero ahora que lo llené cómo me lo echo al hombro. Mejor paso todo para la maleta diseño italiano con rueditas, así viajo cómodo y regio. Pero la maleta... ella sola pesa 4 kilos. Hay un bolso de lona de 25 euros en el negocio de la esquina que también tiene ruedas y sólo pesa 3 kg. Paso todo de la maleta diseño italiano al bolso de lona con ruedas y de este al bolso plástico que no pesa nada cuando está vacío. Es difícil ponerme de acuerdo. Repito el ejercicio varias veces. Sudo a mares. La noche anterior al viaje me decido por el bolso de ruedas. El champú se queda. Y los jabones. Y mi toalla y estos zapatos también. Tengo muchas cosas para llevar, utensilios de cocina, ropa que ya no uso, pero en la aduana me cobran todos los kilos extras. Lo que más pesa lo echo en el equipaje de mano (en el aeropuerto de Copenhague no lo pesan). Es un bolso pequeño para no llamar la atención, pero compacto. Ahí van mi ropa en un nylon bien apretado (al cual le saqué el aire con la aspiradora) y las chancletas y los libros y los encargos y... cómo pesa. En los bolsillos del chaleco militar que me he puesto llevo la cámara digital, libros pequeños, chocolates, caramelos, gomas de mascar, las USB, un par de relojes, la funda de los espejuelos, pañuelos... El estuche con los 20 CD en el bolsillo lateral de los pantalones y los calzoncillos de regalos, y la billetera, y la bufanda que le prometí a un amigo junto con el gorro de invierno y la camiseta y el pulóver que me acabo de quitar y el... ¡Qué calor, mi madre, cuándo aterriza esto!Cuba, Cuba, Cuba, tierra firme al fin. Camina derechito y no mires pa’l lado. Debo tener pinta de sospechoso, esos tipos me observan como si tuvieran rayos X en la vista. Y ahora mándate la cola en el control de aduana. Como me dieron la última fila de asientos en el avión tengo a más de trescientos pasajeros delante. ¡A qué hora salgo de aquí! Los aduaneros no tienen apuro, realizan su trabajo concienzudamente. Relájate, piensa en algo agradable... Sí, cuándo saldré de aquí. Es mi turno. Muestro los pasaportes, el cubano y el sueco. Sonrío. También el formulario que atestigua mi entrada en la isla con la dirección donde voy a parar (para estar localizable). Quítese los espejuelos. Mire hacia la cámara. Ladee un poco la cara. ¿Así? Tiempo. Teclea no sé qué cosa en el ordenador. Me mira, vuelve a teclear. No dejo de sonreír. Todo en orden, pasa. Un grupo de turistas comienza a quitarse cosas de encima, ellos como yo tienen calor. Detección de armas, líquidos, objetos dudosos... A escanearlo todo una vez más. Quítate el chaleco, el cinto... Póntelos. Ahora... ¿pa’ dónde voy? Debo superar la barrera de control sanitario. Un chocolate para cada enfermera. Contentas. Dos esteras simultáneas expulsan los equipajes. Me desplazo impaciente de una estera a otra entre una multitud que también hace lo mismo, ¿por cuál vendrá mi maleta? ¡Esa es la mía! Bueno, se parece pero no. Aquella... tampoco. ¿Se habrá quedado en Paris? ¡Esa sí, esa sí! ¡Uf, qué alivio! Y ahora pa’ fuera, pa’ la calle. ¡Oiga, usted, pasaporte! ¿Otra vez? Sí, soy cubano. ¿Por eso tengo que pesar el equipaje? Ay ay ay, tú va a ver... ¿Estará buena la pesa? En Copenhague pesaba 22, 8 kilos. Yo sé que estoy en talla, traje lo que se me permite “ni má ni meno” el peso justo. ¿Algo que declarar? ¿Electrodomésticos, DVD, TV...? Nada. Medicinas sí, aquí, aquí en esta bolsa, y una botella de licor que compré taxfree en Paris y estos libros exentos de impuesto y chocolates... toma uno, te lo regalo. Aquí tiene el comprobante, entréguelo en la salida, su equipaje está libre de impuesto. Eso lo sabía desde que salí de Suecia, una semana entera estuve armando, desarmando y pesando la maleta.Afuera... la brisa... la vida... Cuba... ¡Mi hermano, mi hermanito, qué alegría verte! ¿Me trajiste lo que te pedí?
Comentarios
qué bueno que me avisas por email!!!
Ahhhhhh... así "mismitico" es cuando uno va para allá... cuando la gente mía ha venido de visita, yo sudo también a mares armando y desarmando las maletas una y otra vez.
Yo no tuve tanta suerte en la Aduana cuando fui la última vez, sin salir aún del aeropuerto en la Habana tenía tremendas ganas de regresar a Berlín...
Como la familiano hay nada... estaré al tanto de la segunda parte!!
Un abrazo para ti!
Tu sabes lo que es que a uno se le quiten... o digamos... no tenga tanta ganas de ir a su propio país... del carajo.
Si se pudiera pestañar y estar de pronto dándose sillón en la sala, a la hora de la novela --pa que estén todos ahí sentados!-- entre el calor, el ruido del refrigerador, y la luz amarillenta o blanco morgue (bombillos de los de antes o ahorradores, depende) y sin que nadie se asombre porque uno está ahí, sin que lo saluden a uno como a Migue... eso sí sería regresar!
Si se pudiera aparecer y desaparecer, ir y volver, entrar y salir... como de tu propia casa... ah! qué gustazo nos íbamos a dar los compatriotas!
Besitos de una desaparecida del cyberespacio!
Y por suerte tú no estabas "pasado" de peso, ni llevabas un chorizo o un DVD, que ahí el cuento se hace más largo!!!
¿qué decir cuando todo está sintetizado de manera tal que no hay más nada? jejeje claro que aún yo siendo estudiante no tuve tanta suerte el verano pasado y tuve que pagar los kilos de más;¿qué digo de más?,por pasarme en 8 kilos tuve que pagar TODO el peso del equipaje ¿qué me dijiste?
Genial como siempre, "my friend"
cuídate y seguimos en contacto
No somos los únicos.