Hovs Hallar

Recuerdo de verano No. 14 Buscando inspiración para mis historias de ficción, convencí al vikingo para que me acompañara a Hovs Hallar, en Hallansåsen. Fue una excursión estupenda, mucho más cuando se tiene a un guía nacido en la tierra de los vikingos. Hallar es una palabra sueca antigua que significa rocas. Y eso fue lo que encontramos allí: formaciones rocosas de asombrosa belleza, escarpados acantilados y terrazas que se alzan hasta 70 metros sobre el nivel del mar. Esta vez no se me ocurrió escalarlas como las colinas de Alicante. Me conformé con admirar las elevaciones, algunas con miles de años de antigüedad. Fue curioso comparar los niveles de crecimiento y erosión de aquellas piedras. El sitio actualmente es una reserva natural ideal para realizar caminatas, respirar el olor del mar y echar a volar, como gaviota, la imaginación.
Lejos de encontrar la anécdota que andaba buscando para mis cuentos, me embriagó aquel espectáculo, sólo pude disfrutarlo como cosa espléndida bajo el poder neutralizador de la naturaleza. A este lugar deberé volver sin dudas, para redescubrir otra vez su grandeza y traducirla, en lo posible, a la escala pequeña del hombre.
Aquí los niños (y los que quieran) pueden hacer su propia torre de guijarros.
Aquí filmó Ingmar Bergmans escenas de ‘El séptimo sello’.

Comentarios

Silvita ha dicho que…
Si cuando yo lo digo, que Suecia es BELLA! No sabía que hallar significa piedras en sueco antiguo. Le voy a decir a mis alumnos que no me sigan tirando hallar y que jallen pa su casa a estudiar. :)
misuangelo ha dicho que…
Jajaja, Suecia es exquisitamente hermosa, como la princesa rubia asomada al ventanunco de la torre medieval que espera al hidalgo que la descubra.
Pelusa ha dicho que…
Misu, que lindo lugar! Cualquiera diria que las piedras pueden llegar a ser aburridas... Eso es porque no conocen este sitio! Espectacular!!!

Sigueme mostrando suecia.. si?
me encanta este viaje a traves de tus ojos!
Misuangelo ha dicho que…
Será un placer, Pelusa, y un motivo de orgullo mostrar la belleza del país que me ha acogido.
Abrazos.
Silvita ha dicho que…
Me acuerdo de una caminata por una playa vikinga que en vez de arena tenía chinas pelonas... pero miles! Constantemente se le doblaban a una los tobillos, dejando un rastro de leve dolor. Fue en Fårö, con Fredrik, de vagabundos mochileros. La caída de noche hacía cada vez más invisible el paisaje que era rumor de mar y rumor de rocas pulidas, removidas por las suelas de los zapatos. Fredrik, inmutable, no acababa de doblar izquierda y entrar en el bosque, para escoger un lugar y plantar la tienda. Y me iban entrando ganas de dar un pequeño escándalo que empezara así: "Oye, Fredrik, mijo, tú no estás cansado de caminar por los cambolos estos? Muy bonito y todo, pero ahorita no vamos a ver ni dónde nos caemos, ni cuál boniato nos comemos..." En vez de eso, filosoficamente asuecada, afiné la ironía del tono y rompí el silencio:
--Qué maravilla, Fredrik! Ya llevamos andando como cinco kilómetros y la verdad...es que este país no se puede quejar por falta de piedras!
Misuangelo ha dicho que…
Jajaja, eso sí está bueno, Silvita, y con buena razón. Las piedras no faltan por acá, pero es innegables que son hermosas. Cuántos miles de años habría que esperar para verlas convertidas en arena? Para caminar como se debe, digo yo.

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