La mayor parte de mi producción literaria


La mayor parte de mi producción literaria la he escrito en Cuba en un ajustado período de tiempo. Entre 1992 y 1997 escribí con intensidad, con furia, temiendo que no me alcanzara el tiempo. Me convertí en escritor por necesidad, para sobrevivir. La literatura fue mi gran terapia. Gracias a ella desahogué mi ira y exorcicé mis demonios. No era de extrañar que mis temas favoritos fueran escabrosos y punzantes. Me reconocía como un autor compulsivo que, como el escorpión encerrado en un círculo de fuego, combatía contra un enemigo invisible. Para mi buena suerte, evité clavarme mi propio aguijón.

La llegada a Suecia, a finales del año 97, cambió radicalmente mi vida: del encierro a la libertad, de una la isla a un continente. Después de sobrevolar el mar Atlántico fui consciente de la transformación. Aquí comencé a sentirme y ser tratado como persona. Ya no era escoria ni enfermo. Tampoco víctima: era persona. Nadie me vigilaba ni tenía yo que dar razones para explicar a dónde iba; hasta podía cruzar las fronteras sin pedir permiso. ¿Acaso era este el paraíso, o tal vez el mismo cielo? La cólera se fue aplacando, la calma sobrevino y como era de esperar para un escritor que se alimentaba de las furias, ya no tenía nada que escribir.

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