Ilustración: Ania González Chomenko

La salida no eres tú. Los seropositivos no siempre fueron los protagonistas de mis historias. El sida flageló muchas vidas aunque no todas ellas padecieron la enfermedad. Este cuento trata sobre una mujer y los sentimientos que le acompañan: amor, aguante, desesperanza. Su esposo vive internado en la clínica de enfermos del sida hace seis años, y cada vez está más enfermo. Ella ha conocido a un amigo que la comprende, la anima y tal parece que le ama. ¿Va a flaquear ella ahora? ¿Cuántas aristas tiene el amor?

Recuerdo que al leer el cuento, luego de haberlo escrito en mi vieja máquina de escribir Underwood, me pareció cronológico, directo, de lectura fácil. Los pensamientos y las conversaciones en la vida real no transcurren de esta manera. Se me ocurrió entonces recortar con unas tijeras los párrafos y convertirlos en fichas o notas. Coloqué las notas boca abajo y las fui tomando al azar. Así construí la historia. Como resultado conseguí un cuento de atmósfera a partir de las contradicciones y emociones de esta mujer, como un temporal, pues la memoria viaja en círculos.


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