Cuentos escritos con dolores de parto

 


Aunque una vez quise incinerar algunos de los relatos más escabrosos que aparecen en “Cuentos de lo Probable, lo Posible y lo Imposible”, una madre no asesina a sus hijos. Estos cuentos fueron escritos con dolores de parto.

Pero la reacción de quienes escucharon o leyeron las historias, según lo previsto, resultaron interesantes. Recuerdo que antes de la sesiones del taller literario en el Sanatorio, solía escuchar: “Vamos a ver con qué cosa se baja Miguel hoy”. Muñequero, uno de los pacientes que habitaba en mi edificio me señalaba con el dedo mientras sonreía con sarcasmo: “Ahí va ése y sus mostrismos”.

El día de la presentación del libro en Gotemburgo estuvieron presentes algunos periodistas y hasta un intelectual de renombre que escribía para una revista. Este intelectual, antes de la presentación se había ofrecido -con el fervor que caracteriza a los latinos- para escribir una reseña. El tiempo pasó y como no vi la reseña prometida, le pregunté. Su respuesta fue escueta: sobre un libro así no se puede escribir, la revista lo censuraría de inmediato.

Una de mis amigas cercanas, hace algún tiempo me confesó apenada que le molestaba tener el libro en el anaquel de su casa; por eso lo había echado en el depósito de reciclaje para papeles.

Pero no todo han sido críticas o silencios. Una pareja de jóvenes en Santiago, después de haber leído el libro, compuso música rock y la sazonó con algunos de mis textos. Así mismo hay quienes han defendido los cuentos y encontrado en ellos respuestas existenciales sobre la razón o sin razón que unifican a la moral, el deseo y la crueldad.

Nada me es ajeno, todo eso lo esperaba. Los demonios, como de una caja de Pandora, fueron expulsados. Vivimos en un mundo raro donde todo es probable, posible e imposible.

Foto: El Bosco, El jardín de las delicias.


Nada me es ajeno, todo eso lo esperaba. Los demonios, como de una caja de Pandora, fueron expulsados. Vivimos en un mundo raro donde todo es probable, posible e imposible.

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