Del náufrago y su rescate (cuento)


Fue probable que el náufrago después del siniestro braceara infatigablemente hasta alcanzar una de las tablas de la desaparecida embarcación.

Fue posible que en medio de aquel mar tan sobrecogedor, al terminar la tormenta, como único sobreviviente astillara un pedazo de madero para grabar en él, con una navaja, los caracteres que referían su desgracia y lo introdujera en una botella encontrada al azar y recién taponada para que la suerte se encargara de llevar el mensaje al confín de la tierra.

Pero lo que resulta verdaderamente imposible es que la botella flotara por más de doscientos cincuenta años sobre los mares del Pacífico y que un día cualquiera del siglo XX fuera a estrellarse contra las rocas, una tarde de marea baja, muy cerca de unos niños nipones que sin advertirla, cazaban cangrejos saltando sobre los dientes de perros.

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