Gunilla (Cuento, fragmeto)


(...) Desde que estoy aquí no he tenido pareja, es decir, una relación estable. En la calle intenté un romance pero no resultó. Cuando le dije donde estaba y lo que tenía, no agarró un tren porque cerca de allí no pasaba ninguno. Tengo mucha gracia y salero, pero en amores muy poca suerte. ¡Cuánta utilería! Gunilla es tu turno. No comiste nada, el plato está lleno de moscas. No puedo tener barriga en el escenario, qué dirá la gente. La estrella a escena. Cuando tengo que salir ante el público me pongo nerviosísima; me cambia hasta la voz. Menos mal que sólo hago muecas. Dame otro trago. Ora Pronovis. ¿Cómo te sientes? A punto de caramelo. Momentos que no se olvidan... la noche que actué con un esguince en el tobillo izquierdo. Imagínate, coja y con tacones. La otra vez fue cuando se me ocurrió hacer una entrada de cine. Me deslicé sentada sobre el pasamanos de una escalera, así como me ves: con el pelucón, los rellenos, la minifalda, los tacones... ¡Grandioso! Creí que no llegaría viva al salón de los invitados. Puedo decirte más. El día que entré a una tienda comisionista para comprar un par de zapatos de mujer. Llegué vestido normalmente, de varoncito, me probé los tacones y hasta di unos pasitos. La dependiente debe de estar todavía en terapia intensiva. ¿Eres feliz? Arréglame el moño. Me siento bien, pero esto no es ni con mucho la felicidad. El cerquillo. ¿Qué pasa con el cerquillo? Péinamelo, tonta. Después de la función se duplican las energías para concebir otro espectáculo. ¿No has terminado?, qué lenta eres. Me siento orgullosa de entregar lo que guardo y saber que las gentes, mis amigos, lo reciben bien, lo disfrutan. Esto me anima para seguir creando. ¿Y..., en la intimidad de tu cuarto? Sola, como la bailarina española. Gunilla, no te lo digo más, concéntrate.(...)

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