Sobre "Tormenta de felicidad" escribió la poeta Ángela García

 


Sobre “Tormenta de felicidad y otras parábolas”, presentado en noviembre de 2020 en Malmö, escribió la poeta Ángela García:

En Tormenta de Felicidad, están las escenas del ajetreo de vivir haciendo uso consciente e inconsciente del tiempo. Miguel Ángel Fraga escribe como sobre un espejo la historia que se va escribiendo a dos manos, a cuatro manos, a millones de manos. Su retrato de lo humano esboza los entrecejos, las comisuras de los labios o el rabillo del ojo, los rituales y las rutinas en el marco de abrumadores temporales que sacuden el alma o días bañados por el sol que la pacifican. Escenas en calles o plazas, pueblos o alguna metrópoli sin precisión geográfica con protagonistas constantes y atemporales invariablemente humanos en su raro acertar y su mucho errar, edificando la extrañeza de vivir, más extraña cuanto más se la quiere domesticar, más etérea cuanto más obsesivos nos mostramos en darle forma.

En estas páginas la gigantesca complejidad se relata en términos sencillos sólo posibles a una mirada a orillada en la existencia, a la distancia que ofrece una visión de conjunto. Ya no los detalles pixelados sino el movimiento panorámico. Ya no el minimalismo repetitivo, sino aquellos grandes anhelos echándonos su sombra encima. Y también otros protagonistas que surgen de nuestros cuerpos como vapores, sudores o en el más deseable de los casos, como energía: la envidia, el miedo, la esperanza, los propósitos, la gratitud, la arrogancia, las satisfacciones o el fracaso, la utilidad de las cosas, el tiempo, etc.

Yo veo en estas parábolas la búsqueda de una lucidez que quiere mostrar cómo hombres y mujeres nos desdibujamos en afanes que nos agotan el tiempo, pero que son los que construyen el gran teatro del absurdo. Y esta es la observación propia de un dramaturgo como Fraga, pero también la de una persona que ha vivido de facto una marginalidad dolorosa, un sobreviviente cuyo instinto de vida se ha resuelto en la apasionada representación del vivir, también como consumición de todo lo que alimenta ese instinto, desde los frutos más redondos hasta los yuyitos más tiernos, las raíces más ricas de la terrenalidad.

Ángela García


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