Viaje a Yukey



Lo que no quiero recordar es el regreso al apartamento de nuestro anfitrión escocés, caminando a la intemperie con menos dos grados Celsius de temperatura y en sayitas. Las rodillas se me congelaron, eran trocitos de hielo. De Edimburgo me gusta, su recuerdo.
El viaje a Londres fue una odisea. Afectado el territorio nacional por warning tormenta de nieve los aeropuertos cerraron. Después de chequear nuestros equipajes, haber pasado por el detector de metales y líquidos, quitarnos los zapatos y sonreír a la cámara para la foto, estuvimos esperando más de diez horas por lo que llamaban la próxima información hasta que cabreado le dije al vikingo de los bruscos codazos, oye, vamo’ echando que el avión no vuela hoy. Y qué razón tenía. Aún así, tuvimos mejor suerte que los que volaban a Ámsterdam pues aquellos habían subido ya a la nave y estuvieron encerrado más de tres horas dentro de aquél cilindro con escotillas para finalmente desembarcar en el mismo sitio sin haber levantado un metro del suelo. Recuperamos nuestros equipajes y la agencia de vuelo, en compensación, nos regaló tickets por valor de 6 pound para que merendáramos una bobería, porque con esa bagatela sólo alcanzaba para un sandwich y un café. Yo pedí chocolate caliente y con mi dinero completé el pedido. A propósito, el hot chocolate británico es exquisito. La noche la pasamos en un enorme apartamento de otro escocés que tuvo a bien recibirnos para que pernoctáramos. No había visto nunca un apartamento victoriano por dentro. Que lujo, cuántos espacios, antiguallas, ventanales, puertas de cedro, cortinas de damasco, muebles de época, adornos de bronce y cosas innecesarias. Con fortuna, al día siguiente, volamos bien. La tormenta de nieve había cesado.
La estancia en Londres la resumo. Ciudad con más de 9 millones de habitantes (la población de toda Suecia), cosmopolita por excelencia con un sinnúmero de etnias, culturas, y religiones (de todos los países que conquistaron.) La ciudad es enorme, no se acaba nunca. Subidos al mirador London Eye (Paris hjul para los suecos, estrella para los cubanos) no llegamos a ver los límites de la ciudad. Bueno, era bastante difícil distinguir alguna cosa pues Londres es famoso por su neblina y sus lluvias y en invierno pa’ qué coño me subí en aquella rueda giratoria: pa’ ver qué cosa. En realidad pagamos medio pasaje pues nuestro anfitrión en Londres (un escocés con acento de Glasgow que ni Anders comprendía) pagó los billetes con su tarjeta de incapacitado físico. Yo me hice pasar por incapacitado y el bigotudo por mi acompañante. El anfitrión nos esperó tomando un té en una cafetería cercana.
Este hombre es una persona muy especial; su principal hobby es servir como esclavo y así lo hizo saber desde la primera noche. Nos atendió muy bien, no tuvimos queja. Éramos sus amos. Nos ofreció su dormitorio con una cama de dos plazas y se fue a dormir a otra habitación donde sólo había una colchoneta en el suelo. Cada mediodía nos agasajaba con un lujoso desayuno servido en una enorme mesa con frutas (peras, manzanas, kivi, plátanos, naranjas y mandarinas), panes franceses, galletas saladas, variedades de quesos, jamones, jamonadas, paté, mantequilla, mermeladas, cinco variedades de cereales entre ellos mi favorito, el trigo inflado rebosado de miel; por añadidura té, yogurt, leche y natillas. (Ahora que hago esta lista caigo en cuenta que olvidó los huevos hervidos.) Al anochecer nos esperaba con la cena preparada. Entre comidas me servía deliciosos té con galletitas. Para el vikingo: cerveza. Lo único que yo miraba con sospecha era el tinglado que tenía armado en mitad de la sala junto al living. Una hamaca de cuero colgando de cadenas e incontables accesorios para juegos sadomasoquistas que no voy a detallar en esta crónica. Cuando pregunté si tenía perro pues vi recipientes en el suelo de la cocina para servir alimento a los canes, me dijo en english-scotch que eran para uso personal. Él era el perro cuando sus masteres los visitaban que, por cierto, eran dos. Uno de ellos, el que conocí, era un negro de 6 seis pie con trenzas rastafaris, chaqueta de cuero, pantalón camuflage y botas de guerrillero que fumaba marihuana cual cigarrillos y quien estrechó mi mano con recelo pero cuando tomó confianza después del segundo cigarrillo, con descaro pidió de regalo, al vikingo y a mí, nuestros calzoncillos usados porque él era fetichista a estas prendas masculinas. El desparpajo no quedó allí, mientras mirábamos la tele, noté que el amo y su esclavo se habían retirado discretamente a la cocina. Como era un apartamento funcional, sin divisiones, alargué suficiente el cuello hacia atrás para ver qué estaba pasando detrás de mí. Como turista la curiosidad me mataba. Y estaba claro en mi intuición: el amo estaba de pie con la portañuela abierta y las piernas bien separadas mientras que el esclavo, de rodillas, convertido en orinal viviente, tragaba con rapidez para evitar derramar gotas sobre la alfombra. Cuando el amo advirtió mi curiosidad me hizo un guiño de ojo y con una sonrisa pícara me invitó a participar del festín pero yo con igual sonrisa encubriendo mi asco le dije No, thanks y me concentré en las noticias de la CNN. Muy interesantes. Yo pensaba que era original cuando escribía cosas como estas en mis cuentos, pero compruebo una vez más que la realidad supera a mi fantasía. Nuestro anfitrión y servidor vagaba desnudo por las noches mostrando los tatuajes que durante los años se han multiplicado en su cuerpo como recuerdo de todos sus amos. Toda una pierna tatuada, toda la espalda, los antebrazos y los hombros. Tenía las nalgas cubiertas con dibujos grabados con hierro candente. No tenía queloides, era blanco. Aunque no perdió la ocasión para insinuarse, nunca se sobrepasó. Por suerte era británico. Sólo pagamos la estadía con nuestro agradecimiento y una invitación recíproca a Malmö. Cruzo los dedos. Al margen de estas sutilezas, era maravilloso ser despertado al mediodía por el sonido de un roedor. Vivíamos en la planta baja de un edificio de tres pisos y mi ventana quedaba junto a un jardincillo donde una preciosa ardilla almacenaba su comida. Cada día, sobre la misma hora venía a rescatar su alimento y comérselo. Me fascinaba. Al principio me escondía tras la cortina para espiarla tras el cristal. Estos animalitos son intranquilos y huidizos, ante cualquier cosa huyen, no por gusto los suecos le llaman ekorre (Eh... corre). Pero la ardilla advirtió que estando yo tras el vidrio no corría ningún peligro y se dejaba vacilar sin problema. Buena gente, la ardilla. Yo no le molestaba y ella sin miedo y cómica roía sus piñas. Es la primera vez en mi vida que veo a una ardilla fuera de cautiverio a menos de un metro de distancia. Es una experiencia única tal vez. Sentí tristeza el último día. Cuando íbamos con nuestros equipajes rumbo a la parada del bus encontramos una ardilla del mismo color y tamaño chamuscada en la acera. Quizás un chico malo la apedreó o algún neumático de automóvil la dejó en ese estado. No quiero pensar que esta sea la ardilla de mi ventana.
Para concluir. Cosas que llamaron mi atención en la Gran Bretaña: gente, mucha gente, de todas las nacionalidades y razas, especialmente indios (de la India), tráfico por la derecha (look at right), buses de dos pisos (con cámaras y televisores), taxis que mantienen su diseño original de la primera mitad del siglo XX, casetas telefónicas antiguas, policías en bicicleta con graciosos sombreritos y... videocámaras, demasiadas para mi gusto.
Lugares de interés en Londres: Mercado Camden, Picadilly Circus, Tower Bridge, Catedral de San Pablo, avenida comercial Oxford, Soho, Chinatown, City Hall a orillas del río Támesis, Teatro The Globe, Palacio de Westminster y el reloj con el Big Ben, Palacio de Buckingham, Museo Británico, Galería Nacional y plaza con la columna de Nelson... Pinga, cómo hay que caminar y viajar underground con lo caro que son los pasajes en esta ciudad. Ya no quiero ver ma’ na’. Pero valió la pena no desanimarse y adentrarse en la Torre de Londres. Estuvimos tres días para visitarla pues siempre llegamos cuando estaban cerrando. En el último intento conseguimos entrar. Deslumbrantes joyas, coronas reales con más de mil piedras y diamantes, celdas de tortura, calabozos para príncipes y famosos, presagios sobre los cuervos que cuidan la Torre construida por Guillermo el Conquistador, la Armería real que incluye la armadura del rey Enrique VIII, la réplica de la habitación de Eduardo I, la puerta de los traidores (antigua entrada por lo que se penetraba en bote al castillo y por la que según dicen entró Ana de Bolena acusada de adulterio, incesto y traición), secretos revelados, fosos, pasadizos, túneles, fieras, leyendas... y pinga, me cansé otra vez. Me voy a sentar. A break, please. Paladar: hot chocolate, fish & chips, puré de arvejas, jamonada de lengua de vaca, té de pepparmynt. (Ojo: no incluyo el haggis)
Pleasures:
In Edinburgh: bares JP y Victoria (cerveza, buena cerveza) / New Town Bar (repetido dos noches con un brunch el domingo que llegamos a probar antes que los hambrientos que llegaron después tumbaran la mesa y todo el servicio se fuera abajo. Esto es un ejemplo de que no sólo los cubanos hacemos estas cosas.)/ Sauna Steamworks (aquí me esperaba lo que iba buscando, el extrrethcvn kgotpåvöm ja).
In London: bar Eagle (allí encontré una botellita eltricxneyr que oeröahrl eoehq), bar Vault (este fue el bar donde mejor la pasé porque descubrí erqaeopr heh rua öäa y fuimos al 0gap4uaäfp erazas)/ bar leather Backstreet (con muy buena pinta de exmzwy tpåfgj nssgs mieeoiteb na), Sauna Pleasuresdream (con un yacuzzi que parecía una piscina y sxlyer ehte jekatöleelc) The Black Cup (disco cabaret con show de trasvestis que xxyeöetiazxkh zjren)
Cultura de tarde, relajación nocturna, sueño matutino y despertar con ardillas. Todo cotejado en un paquete y qué paquete.
Good bye Edinburgh & London.
Bye YUKEY.


Comentarios
Me gustó mucho tu "Viaje a Yukey", parece un nombre cubano moderno: Yukei, mi vida, ven a comer!!! No? Yusleidi, Yusimí y Yukei fueron a bailar reaggetón, jajaja!
Muy bueno el juego de palabras de black/blek coffee. Blek es "pálido" en sueco, para los que no conozcan la lengua de la suecancia... ekorre significa "ardilla" en la misma lengua vikinga.
Besitos y te pongo en mis favoritos!
Silvita
Eres el mejor y siempre lo he dicho. Conquistas las risotadas y la admiracion de tus lectores.
Brillante la idea de agregar al relato fotos del momento però, me quede esperando la foto de la ardilla Juantorena de tu cuento...
Solo me resta decirte que;
- "ME ENCANTASSSSSSS!!!" -
Un Abrazo fuerte fuerte!
Sonita