La hermosura

La viejecita solía sentarse en su tocador cada mañana para resaltar los detalles más expresivos de su rostro. – ¡Es tan fea, la pobre! –murmuraban las vecinas cuando la veían pasar maquillada como una acuarela. La viejecita nunca tomó en cuenta los comentarios. Nunca dejó de admirarse ante el espejo.

Comentarios

Silvita ha dicho que…
Bravo por la viejita! Yo me haría gustosa amiga suya, pero con el otro tipo de gente criticona... na que ver!!!! Besitos y buenos días!
Misuangelo ha dicho que…
Lo importante es sentirse bien con uno mismo.

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